Arrancó de nuevo la liga para nuestro primer equipo, tras el parón navideño, y lo hizo con la primera de tres salidas seguidas que sin duda van a suponer uno de los escollos más importantes que quedan para la consecución del objetivo del campeonato. Examen aprobado con nota por el resultado, que no por el juego, ante un CF Benlloch que se propuso jugar poco y dejar jugar menos, y donde los dos conjuntos firmaron un partido soso e insípido que probablemente haya sido el peor de los nuestros hasta la fecha referido a nivel de juego.
Tras una primera mitad sin apenas nada que destacar, sin ocasiones, sin juego, en definitiva, sin alma, lo más interesante ocurrió en el último tramo de partido, en un segundo asalto en el que, ahora sí, los blanquiazules salieron a tumba abierta a por el partido.
Aún así, tuvieron que pasar 36 minutos de juego hasta que Philippe lanzara un pase a Alejandro, que éste aprovechó para atravesar las lineas enemigas hasta la linea de fondo y ejecutar el famoso «pase de la muerte» que Cano recogió para rematarlo de primeras al fondo de la red benlloquera. Sin duda era la mejor jugada del partido hasta el momento y todo hacía pensar que, teniendo en cuenta las alturas de partido, que iba a ser la única.
Nada más lejos de la realidad, y es que cuando hay calidad en el verde, hasta que pita el arbitro, todo puede ocurrir. Y esto fue lo que pasó, Cano recogió un balón casi en tres cuartos de cancha, un balón aparentemente inofensivo, por distancia y por disposición, pero a Cano se le ocurrió lo que a otro jamás se le pasaría por la cabeza, cuando vio al arquero saliendo de su zona segura, le mando una vaselina dibujada con compás de delineante para que se alojara el cuero en el fondo de su meta y certificar así, en el minuto 89, la victoria definitiva de nuestros chicos en un campo siempre difícil.
El equipo empieza la segunda vuelta como lo hizo en la primera, venciendo y sumando tres puntos más que lo colocan ya a nueve de su inmediato perseguidor, aumentando el registro de jornadas seguidas sin conocer la derrota a dieciséis.
Autor: Sergio Farré