DÉJAME PERDER, POR FAVOR

0
856

Ahora que vuelven a empezar las competiciones después de las vacaciones navideñas os dejamos este artículo interesantísimo no solo a nivel deportivo,si no también de educación en general. No dejéis de leerlo. 
DÉJAME PERDER, POR FAVOR

Estos últimos días he asistido a la entrega de premios de una de las miles de competiciones deportivas infantiles que tenemos repartidas por todo nuestro país. La situación es tremenda: un polideportivo con cientos de niños de diferentes edades y diferentes deportes y el doble de padres y abuelos pasando un calor infernal mientras sufren en silencio una eterna ceremonia porque todos tienen su premio.

Y ahí es donde me he quedado pensando. Todos los niños tienen su medalla, hayan ganado o no. Todo el mundo contento, todos con su foto mordiendo la medallita como Rafa Nadal, y todos con su premio porque, como suelen decir en el discurso, lo importante no es el resultado, sino el hecho de que todos se han esforzado. Es la personalización del mensaje «lo importante es participar». Pues me parce fatal..

Aquí hemos defendido mil veces el deporte como una herramienta de construcción masiva. Como una herramienta educativa brutal y como una oportunidad privilegiada de desarrollar habilidades y competencias que en otros ámbitos no son tan evidentes. Una de las ventajas que nos ofrece es que nos pone en situaciones emocionalmente intensas y replican e incluso intensifican sentimientos que nos vamos a encontrar en otros ámbitos.

Y si además, estamos hablando de niños, no os quiero ni contar el valor de aprovecharlo o por el contrario, el alto coste de oportunidad de no hacerlo. Una de las cosas más importantes que te enseña el deporte es la gestión de la derrota. La aceptación de que puede ser que haya alguien mejor que tú. Valorar la importancia de un rival digno que te enseña el camino para ser mejor y para crecer. La derrota deportiva es muy similar a la evidencia que nos encontramos en el mundo real donde hay veces que no conseguimos el resultado esperado aunque nos lo merezcamos por trabajo, por esfuerzo o por talento. En la vida hay muchísimas más derrotas que victorias.

Las victorias son dulces y se saborean con ganas y felicidad, pero las derrotas son mucho mejores maestras y especialmente en el mundo en el que nos movemos hoy, donde las compañías, los proyectos y cualquier gestor de personas están buscando conceptos como resiliencia, «grit», actitud, compromiso, humildad, entrega, disciplina, creatividad, adaptabilidad, flexibilidad o innovación. Como decía el escritor francés Bernard Werber: «La derrota es innovadora y la victoria es conservadora». Así que, el mensaje que envía el deporte es: «al carajo con la innovación. Prefiero lo de siempre»

En una ocasión, un coach profesional me dijo que me valorara de 1 a 5 como líder, como profesional y como gestor de equipos. Yo me di un 5 en cada categoría. Me dijo que parecía un poco pretencioso y que si no me importaba hacerle las mismas preguntas a mi equipo (de forma confidencial, por supuesto) para ver qué pensaban. Así lo hizo y mi equipo no me decepcionó. Todos me valoraron con un 5. Entonces, el coach vino a mi y me explicó los resultados que coincidían con mi visión. Le expliqué que yo no creía en la falsa modestia y él me contestó: «está bien que tu equipo te valore con un 5. Y que coincidáis en vuestra valoración. Sin embargo, el hecho de que tú te valores con un 5 tiene un serio peligro de que pienses que no tienes mucho por mejorar. Deberías haberte valorado con un 4». Tenía toda la razón.

La política del café para todos y la barra libre. Fuera la meritocracia. Pues eso es un peligro enorme. Por un lado, desde un punto de vista práctico, porque a lo largo de la historia no se ha mantenido un planteamiento así que merezca la pena. Así que mejor alejarnos en lugar de acercarnos. Y por otro lado porque perdemos la oportunidad de hacer crecer a nuestros niños. Porque crecer duele. Y no hay que huir de ese dolor. Es injusto privar a nuestros niños de su derecho a crecer. Es horrible este sobreproteccionismo tremendo al que nos encanta someterlos. Claro, así luego pasa lo que pasa, que nos encantan conceptos como el PER, el funcionariado, un sistema educativo que no te permite repetir curso y alejarnos de la cultura del esfuerzo.

 Desde este lado, mi propuesta o mi petición es que el deporte no eche más leña al fuego. Que no sea cómplice de esta actitud populista que nos amenaza. Que tome las riendas de su papel y sea el revulsivo educativo que necesitamos y que muchos padres queremos que experimenten nuestros hijos. Así que, por favor, no les déis medallas a nuestros hijos si no las han ganado. Si queréis darle un detalle por participar, mejor le regaláis una camiseta o cualquier otra cosa. Una medalla por participar es quitar mérito a la victoria, pero sobre todo es quitarle valor a la derrota. Y la derrota vale mucho. No la estropeeis..

 Fuente: expansion.com

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.